La soledad de ese momento no era comparable con otro de toda su vida ya que solo el aquella silla se encontraban en aquella habitación con las paredes pintadas de un rojo mate y la puerta totalmente cerrada, el se encontraba atado a aquella silla esperando impasible la llegada de las personas que lo habían colocado en aquella situación, pero entonces mirándose el reloj por detrás del hombro recordó que tardarían un rato todavía en volver, fue en aquel momento donde comprendió que era su gran oportunidad para escapar sino después lo matarían sin dudar, así que poco a poco comenzó a rozar la hebilla de su reloj contra la cuerda que lo tenía preso, el insistía e insistía pero no lo conseguía, aun así siguió un buen rato hasta quedarse sin aliento y lo consiguió.
Cuando estuvo en esa situación ya solo le quedaba zafarse de la cuerda de los tobillos, de lo que no tardo mucho.
La puerta estaba cerrada con llave y no podría abrirla de no ser con la llave ya que era demasiado maciza para abatirla de un empujón, entonces comenzó a dar vueltas a la habitación en busca de una salida o una solución hasta que encontró una rejilla que aunque estaba muy alta parecía lo suficientemente grande para poder escapar por lo menos de aquella habitación, así que se subió a la silla y quito la tapa con fuerza, después se subió atreves de la silla y comenzó a escurrirse suavemente por aquel hueco tan estrecho y después de una hora de sudores por aquel conducto llego a la calle dándose cuenta de que la altura era muy exagerada como para saltar, ¿ pero que era mejor morir a manos de los asesinos o saltar de diez metros de altura?.
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